Today we had a very eventful day -- if I can call it that -- since we went zip-lining. I was all primed for it… except that while talking with Job (Isaac) on the bus, this weird idea began creeping up on me that perhaps I should consider to whom I should leave my few earthly possessions before taking my life in my hands and letting it slip through them. I know that I am exaggerating, and that being up there was, perhaps, safer than walking down the streets of Guatemala City or taking the city buses, that I was being “irrational” and that they do take measures to make it relatively safe. I don’t know how much thought did I give to any of that, but I had this “hunch” or “gut feeling” gnawing inside me.
When we got to the place, we had to sign a waiver. If an accident happened (or death), they wouldn’t be liable. The waiver was also a Diploma. Pedro held that paper in his hands and jokingly explained to one of the children that it was their Diploma or Death Certificate (or something like that). Well, that did it. Now, you have to understand that I had already worked up a feeling and this little thing wouldn’t have had the same effect if I hadn’t let my imagination loose in the first place. Sta. Teresa de Jesús said that “la imaginación es la loca de la casa” [imagination is the loopy one of the house] and Pascal also had a few things to say about it:
“It is that deceitful part in man, that mistress of error and falsity… arrogant power, the enemy of reason, who likes to rule and dominate it, has established in man a second nature to show how all-powerful she is. She makes men happy and sad, healthy and sick, rich and poor; she compels reason to believe, doubt, and deny; she blunts the senses, or quickens them”
So I went to Mrs. Fenchel and coyly (or boldly, who knows) explained to her that I wasn’t going since I had a foreboding. She laughed heartily but, of course, respected my decision and I also told others the same thing. I was adamant since I didn’t want to die in my thirties as I still have some unfinished businesses.
Normally, I guess I am pretty rational in my approach to decisions and don’t like to have the kind of thinking that one Church member here in Guatemala calls “magical and symbolical” and has to do with perceiving signs and signals that indicate us the way to follow (without much analysis).
So I was determined to stay back when I encountered Alyssa behind a fence and upon hearing of my decision she began to persuade me into doing it, then Katrina said: “We don’t believe in superstition” (or something to that effect) and I think Amy said: “But we prayed about it”…minutes later I had all the harnesses on me.
I’ll save the details for another occasion. Suffice it to say that my imagination was wrong, although I must admit that I carefully watched when I was hooked to the cable (especially in the last one), just in case she might be right.
(SPANISH)
Hoy tuvimos un día muy “cargado” -- si es que puedo llamarlo así -- ya que fuimos a practicar canopy. Yo estaba bien dispuesto… sin embargo al ir platicando con Job (Isaac) en el bus cuando nos dirigíamos al lugar, me vino esta idea extraña de que quizás debería de considerar a quién dejarle mis pocas pertenencias terrenales antes de poner mi vida en peligro y partir de este mundo. Sé que estoy siendo exagerado y que estar allá arriba es (en cierto sentido) más seguro que deambular por las calles de la Ciudad de Guatemala o tomar los buses citadinos, que estaba siendo “irracional” y que se toman las precauciones debidas para hacer de esta experiencia algo “seguro.” No sé cuánto reparé en aquello, pero tenía esta “corazonada” o “presentimiento” que me comía por dentro.
Al llegar allí teníamos que firmar un documento que desligaba a la empresa que presta este servicio de cualquier responsabilidad en caso de accidente o muerte. Dicho documento era también un diploma. Pedro lo sostuvo en sus manos y en son de broma le explicó a un niño que ese papel era su diploma o su certificado de defunción (o algo así). Con eso tuve. Ahora bien, deben entender que ya me encontraba en un estado psíquico que yo mismo me había provocado y que ese detalle no me hubiera afectado tanto si no le hubiera dado rienda suelta a la imaginación, que Sta. Teresa de Jesús llamó “la loca de la casa.” Blaise Pascal también dijo algunas cosas sobre la imaginación:
“He aquí la parte que decepciona en el hombre, esta maestra de error y de falsedad, tanto más embustera cuanto que no lo es siempre…esta potencia soberbia, enemiga de la razón que se complace en controlarla o dominarla, para mostrar cuán poderosa es en todo, ha establecido en el hombre una segunda naturaleza. Tiene sus afortunados, sus desgraciados, sus sanos, sus enfermos, sus ricos, sus pobres; hace que la razón crea, dude, niegue, suspende los sentidos, les hace sentir”
Así que tímidamente (o valientemente, quién sabe), me dirigí a la Sra. Fenchel y le dije que no iba, ya que tenía una premonición. Rió de buena gana cuando se lo dije, pero (claro está) respetó mi decisión; también le dije a otros lo mismo. Estaba decidido a no ir, ya que no quería morir en mis treintas, pues aún tengo algunas cosas pendientes.
Normalmente, creo que soy bastante racional en lo que tiene que ver con las decisiones a tomar y no me gusta tener el tipo de pensamiento que un miembro de la Iglesia aquí en Guatemala denomina “mágico-simbólico” y que tiene que ver con percibir señales que nos indican cuál es el camino a seguir (sin mucho análisis).
Así que estaba decidido a quedarme atrás y que el resto del grupo subiera cuando me topé con Alyssa. Se encontraba detrás de una pequeña baranda y al enterarse de mi decisión comenzó a tratar de persuadirme para que subiera. Luego Katrina dijo: “No somos supersticiosos” (o algo así) y creo que Amy dijo: “Pero sí oramos al respecto…" minutos más tarde tenía puesto el arnés y el casco.
Voy a reservarme los detalles para otra ocasión; baste con decir que mi imaginación se equivocó, aunque debo de confesarles que me fijaba bien cuando me aseguraban al cable (especialmente en el último), sólo por si acaso ella estaba en lo cierto.